cartas desde el cielo

Publicado en por MATRETON

Dejen sus espadas  – 11 de Julio, de 2006

Heavenletters™ Nº 2075: Acercando la Tierra más al Cielo

 

Traducción: María-luz Martín 

lzmartin@hotmail.com

Edición: Anita Manasse

estrellam@sion.com

 

El CIELO  está  aquí para alcanzar a cada alma en la Tierra con el propósito de despertar:

* Nuestra conexión con Dios*

* Nuestra confianza en nosotros mismos *

* Nuestro conocimiento de ser merecedores por igual ante los ojos de Dios.*

* Paz en la Tierra*

 Dios siempre nos está acercando a Él.

 

Dios dijo:

 

Dentro de sus corazones, Yo exhalo vida. Yo nunca deje de hacerlo; Yo inhalé una vez, y ahora con los carrillos llenos de aire, Yo, exhalo. Yo di el soplo de la vida al interior de todas las cosas, y así continuo. Esto es algo que no conlleva esfuerzo. Yo tomé una respiración tan profunda que todavía me encuentro exhalando. Mi respiración se encuentra aun creando, ¡Y qué panorama esta a la vista!

 

Piensen en las ideas a las que mi espiración dio el soplo de la vida. Piensen en lo que queda aún por revelar. Piensen en este momento que se encuentra retenido en mi respiración; esta sutilísima energía que va exhalando vida dentro de la vida. En Mi única espiración todo se encuentra retenido; y sin embargo, no hay retención. La infinidad, la eternidad, los tallos de bambú, y también lo que tienen en sus jardines, surgen de mi respiración.

 

Mi respiración creó a sus mentes para que manifestasen todas las historias que puede manifestar una mente. Han existido billones, y hay billones más que se emiten desde Mi único respiro, y que corretean por sus mentes. A ustedes han ido ocurriéndoseles pensamientos. Sobre la tierra, ustedes se beneficiaron de Mi energía; la araron como si fuese un campo e hicieron surcos. Ustedes cavaron agujeros y plantaron semillas que explotaron en fantasías apenas imaginables, y sin embargo, fueron imaginadas. Cada variedad de pensamiento que fue sembrada, ha crecido rápidamente. Ahora, la paz crecerá desenfrenadamente en las mentes de los hombres. Ustedes la esparcirán sobre la Tierra, y la paz crecerá por todas partes hasta que se apodere de toda nación.

 

Sin duda, Yo respiro paz. La paz es fácil; es una tribuna de amor.

 

Yo le infundo el respiro de la vida a cada nación. Por consiguiente, yo respiro paz dentro de cada nación, y cada nación escuchará el latido propio de su corazón. Los latidos son los mismos. La paz es igual. Los disturbios son paz discontinuada en el nombre del ego; este ha de ser el caso. Un hombro posicionado contra otro, es ego; es el juego preliminar a la guerra. Primero hacen pucheros, y después sienten indignación justificada. De la indignación justificada, emerge la batalla justificada por cualquier medio; la mente, disfrazando al deshonor para hacerle parecer honorable. La mente, gastándose una broma pesada a si misma. Ustedes podrían preguntarse a sí mismos, como puede brotar la guerra desde una tribuna de paz. No existe ninguna otra tribuna desde la que pueda levantarse, amados.

 

¡De que manera el mundo curva Mi exhalación!; la dobla, y la tuerce para su propio descontento, amontonando un ataque sobre otro, contando lo que ha desgarrado en dos, contando el sufrimiento de otros como victoria. ¡Qué fuegos de pirotecnia ha concebido la mente del hombre!

 

¿No es acaso engañarse opinar que la guerra puede traer la paz? La guerra no deja paz tras ella, deja desastre. Una tregua no es paz; es una pausa en la batalla. Durante algún tiempo le permite a cada uno ir a su casa y cultivar su propio campo. Continúen metidos en sus propios asuntos, a menos que se encuentren ocupados en la actividad del amor; ya que entonces ustedes amarán por doquier, y no conseguirá estallar ninguna guerra.

 

El amor apaga la llama de la guerra. Declaren el amor con sus corazones hoy, y disuelvan los ejércitos; sus corazones no están ya en ella. ¿Para que están luchando? Nadie lo recuerda. Sin embargo, la ilusión de que la guerra puede apaciguar el corazón ofendido, todavía se ratifica. La bandera del honor está llena de agujeros de disparos, y aún así es sustentada; como si condujese a los hombres hacia la victoria, cuando en realidad les lleva hacia la guerra.

 

Una espada no trae la paz; corta la paz en dos. Dejen sus espadas. Déjense ya de guerras.

 

Yo soplé la paz hacia el interior del universo creado, y aún la sigo exhalando.  Mi exhalación no incita; simplemente exhala paz, apaga las fogatas. Que mi respiración apague todas las hogueras por dondequiera que ardan en la Tierra.

 

 

Derechos de autor © 1999-2006 Heavenletters™

Heavenletters™ -- Ayudando a los Seres Humanos a Acercarse a Dios y a Sus Propios Corazones.

Gloria Wendroff, Supervisora - Email angels@heavenletters.org

 

 

 

 

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